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martes, 23 de octubre de 2012

LGTB y otros.

Una persona, un único ADN (por ahora), sus circunstancias, sus sueños, sus creencias.
Un producto, genérico, para todos.
La diferencia está en el ojo del que mira.
La clave en el verbo del que vende.
La capacidad de convertir un producto genérico en algo único porque eres tú quién lo vas a adquirir.
El producto se hace especial al comprarlo. No lo compras por que sea especial.
El principio básico de la religión: un dios 'único' para cada creyente, porque cada uno cree como quiere creer.
Las iglesias adornan a dios para que acabe siendo tu 'Dios' cuando crees en él.
En resumen, si tienes algo genérico que vender contrata a quién sea capaz de hacer ver a tus clientes que compran algo hecho sólo para ellos.

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