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martes, 15 de enero de 2013

'EMPERDEDORES'




Los que me conocen saben de mi curiosa afición por acuñar ‘palabros’. De hecho, en la ‘esquina de los habladores de ASCEGA’, ha visto la luz un término del que me siento especialmente orgulloso: Emprendesario.

Desgraciadamente, adelantándome a lo que se atisba en el horizonte, me veo obligado a inventar un nuevo vocablo: ‘Emperdedores’.

Los ‘emperdedores’ van a ser todos aquellos que en este año 2013 intentarán “La locura de emprender en España” y se pegarán la mayor hostia de su vida.

¿Cuál será el perfil de estos ‘emperdedores’?  Generalmente personas de mediana edad bienintencionadas que han perdido su trabajo por cuenta ajena y que, tras darse de bruces una y otra vez con la cruda realidad española del “no hay trabajo para una persona como usted”, han tomado la decisión de invertir la mayoría (sino todos) sus ahorros en montar un ‘negocio’.

El problema es que nadie les ha explicado que montar un negocio es como enamorarse y que, cuando pasa la fase inicial de pasión provocada por la química, donde cualquier esfuerzo, cualquier adaptación y cualquier sacrificio se hacen con una sonrisa, tendrán que seguir alimentando la relación y haciéndola evolucionar para que no se muera. Y eso cuesta mucho ¡vaya si cuesta!

Cuando una persona ha trabajado por cuenta ajena durante la mayor parte de su vida y, además, su reloj biológico roza los 50, no está preparada, ni física ni psicológicamente, para el sacrificio que implica montar un pequeño negocio en el que, siempre, la delgada línea que existe entre sobrevivir o fracasar la marca él mismo, porque su negocio dependerá casi exclusivamente de él.

Estoy seguro de que personas con el perfil mencionado anteriormente, seguramente muy cualificadas y con amplia experiencia en un sector, podrían ser muy válidas para participar en un pequeño proyecto empresarial pero, sinceramente, no creo que puedan ni deban liderarlo.

Cuando no tienes el suficiente capital para ser inversor o rentista, las indemnizaciones por despido, la capitalización del paro, los ahorros de toda una vida o el dinero que puedas pedir prestado suelen ser cantidades insuficientes para ‘vivir de rentas’ aunque sí son válidas para lanzar un pequeño negocio de autoempleo, por lo que esa suele ser la única solución que el ‘bienintencionado emprendedor’ atisba en el horizonte para orientar su vida profesional. 

El problema es que él no ve las cosas de este modo, todo lo contrario, se ve capaz de sacar su proyecto adelante y se lanza a la piscina aturdido por las feromonas y la adrenalina que le provoca este enamoramiento de su nueva vida. Y lo hace, la mayoría de las veces, sin escuchar ni dejarse asesorar por nadie con criterio y, casi siempre, sin plan B o red de seguridad alguna.

Lo más grave es que, siguiendo el principio popular de que “no hay peor ciego que el que no quiere ver” no considera las nefastas consecuencias vitales y profesionales de un error de cálculo, devastadoras sin duda para cualquier empresario pero mucho más para perfiles como el suyo.

Cuando has sido empresario toda tu vida y has ‘fracasado’, pero asumes las consecuencias porque sabías que las reglas del juego eran las que eran y que otros jugaban con cartas ‘marcadas’, tienes una posibilidad de levantarte, mirar hacia delante y, si le echas muchos huevos, volver a intentarlo (tengas la edad que tengas).

Cuando tropiezas en el único intento de autoempleo de tu vida laboral y ves como se van por el sumidero todos tus ahorros, y no sabes lo que va a ser de tu vida a partir de ahora, generalmente no te cuestionas el porqué, más bien te preguntas ¿y ahora qué? (a veces mirando fijamente al bote de pastillas).

Has despertado de un sueño romántico y te has dado de bruces con una realidad muy desagradable, una realidad que hace que te lamentes tarde, muy tarde, de no haber pedido ayuda, de no haberte dejado asesorar, de no haber contemplado la posibilidad de  permitir que sea otro el que lidere tu proyecto o, simplemente, de no haber invertido tu dinero en el proyecto de otro a cambio de un puesto de trabajo.

Estoy convencido que el verdadero futuro en España para los muchos que van a necesitar ‘comprar’ su puesto de trabajo, pasa por acercarse a los que sabemos lo que es crear una empresa y conocemos los riesgos que supone hacerla sobrevivir día a día en un momento tan complicado como el que atravesamos y que, por mucho que nos digan desde el gobierno, va para largo, para muy largo.

Hay muchas formas de buscar trabajo, pero sólo una es válida actualmente en nuestro país para los mayores de 45 años que siempre han sido empleados por cuenta ajena: ponerse en manos de los que sí somos ‘emprendesarios’ y permitirnos que les ‘fabriquemos’ un puesto de trabajo a medida de sus necesidades.

Usted decide: ‘comprar’ un trabajo a su medida con alguna posibilidad de futuro o postularse para que, en poco tiempo, le admitan en el, nada exclusivo y sí muy numeroso, club de los emperdedores.

Llámeme, le ayudaré a tomar esa decisión.

(Artículo publicado en www.ascega.es  el 15 de enero)     

P.S. Pisar la luna. Épico, sí, pero... ¿rentable?