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sábado, 23 de marzo de 2013

HIPORREALISMO

El otro día me enteré por casualidad de que un antiguo compañero de colegio, Pedro Campos, se había convertido en uno de los pintores hiperrealistas más importantes del panorama artístico actual, y me he permitido utilizar uno de sus cuadros (sí, es un cuadro) para ilustrar este nuevo artículo de mi blog. Espero que me perdone por tamaño atrevimiento: intentar que mi texto esté a la altura de su arte.

Disfruten de esta metáfora de una España que está por escribir y que, tan largo será el texto, necesitará varios lápices para completarse. Metáfora de la transparencia necesaria que sólo aporta el vidrio vacío.

VELIS NOLIS  hoy, en España,  vivimos en el 'hiporrealismo' , todavía no queremos asumir la realidad tal y como es.

Somos un país donde el debate no se debería centrar en si hay o no pobreza, sino en cuántos millones de personas están instaladas ya en ella, y en cuantas de esas personas no abandonarán nunca esa desgraciada condición que es antesala de la miseria.

Somos un país que acumula una deuda similar a lo que 'factura' anualmente (PIB) y que sólo vive de pedir prestado y congratularse de ello, mientras ve como la economía real (esa que da trabajo) se destruye inexorablemente.

Somos un país que no quiere reconocer su destrucción para poder empezar a ser reconstruido.

Somos un país que se engaña a sí mismo porque tiene miedo a coger las riendas de su destino, prefiere que sean otros quienes se lo dicten.

Somos un país que está perdiendo muchas cosas pero que no las está sustituyendo por otras, que prefiere vivir recordando lo que fue, en vez de trabajar por algo nuevo, por algo en lo que tenemos que llegar a convertirnos.

Siempre me ha gustado una frase del musical "El hombre de la Mancha" que dice "No te enamores del hombre que eres sino de aquél en el que puedes llegar a convertirte".

No sé en que España real nos convertiremos, pero me gustaría poder 'enamorarme' de ella.    

lunes, 18 de marzo de 2013

Cuando las barbas de tu vecino veas...


Hoy he acompañado (en el sentimiento) a un amigo argentino mientras intentaba sacar su dinero por Internet de una cuenta corriente que tiene abierta en Chipre.

Mucho nos temíamos que la cosa no iba a ser fácil.

¿Viste? –me dijo -  Debo ser el único boludo al que le pillan dos corralitos.

Yo le pregunté si tenía cuentas corrientes en España y su cara fue un poema.

Seguimos hablando un largo, largo rato, hasta que mi amigo porteño se dio por vencido y renunció a pelearse con los lacónicos mensajes que, cual bofetadas, la banca on-line de Bank of Cyprus le enviaba a la pantalla de su iPad.    

Él me explicaba que nunca se hubiese imaginado que, en la Unión Europea, un gobierno democrático osase robar, expoliar, expropiar, o como queramos llamarle, a sus ciudadanos por mandato de otros gobiernos (en este caso liderados por uno con cierto barniz germano y en fase preelectoral).

En Argentina, me decía, la clave del robo a los ciudadanos estuvo en hacer ‘magia inversa’, es decir, convertir los Dólares estadounidenses depositados en los bancos en Pesos argentinos, deshaciendo el hechizo con el que el gobierno de Carlos Saúl Menem  engañó a sus ciudadanos haciéndoles creer que un Dólar y un Peso eran la misma cosa.

Lo más grave, continuaba despotricando mi amigo, es que se está sentando un precedente: rescate igual a ‘meter la mano’ impunemente en las cuentas donde los ciudadanos guardan el dinero por el que ya han pagado sus impuestos.

¿Qué puede pasar en España? “Da igual, sacá la plata hermano, no seás pelotudo” me aconsejaba con toda la vehemencia que un argentino es capaz de demostrar, o sea, muchísima.

Incluso especulaba mi amigo con un nuevo escenario donde el Euro se deconstruyese (como la tortilla de patata de Ferran Adrià) y en el que acabásemos teniendo un Euro-español que sólo valga la mitad que el Euro-alemán. Viendo lo de Chipre, él cree que esa ‘magia inversa’ argentina se podría dar aquí también.

Cuando nos despedíamos, bromeaba él sobre el título de mi último artículo haciendo un juego de palabras… “Habemus Pampa” y se marchaba diciéndome que sólo podíamos esperar un milagro para que España no acabase como Argentina y que, como ahora él tenía a uno de sus compatriotas bien ‘colocado’ para solicitarlo ante las más altas instancias, que iba a hacer las gestiones oportunas.

Y yo pensaba, mientras lo veía marchar, que no sólo los gobiernos nos están robando impunemente el dinero, sino que nos están hurtando algo mucho peor, nos están despojando del sentido del humor y, sin sentido del humor, al menos yo, creo que la vida no vale la pena.

sábado, 16 de marzo de 2013

HABEMUS PAPAM


Mi colaboración para ASCEGA (escrita el 9 de marzo de 2013)




A las 16:30 h del martes 12 de marzo dará comienzo el cónclave que deberá decidir quién gobierna la iglesia católica en el futuro próximo.

Para muchos católicos la persona elegida les resultará indiferente, al cabo de unos días la aceptarán como cabeza de su organización y se olvidarán del pasado que haya tenido.

Es la aceptación de un liderazgo inherente a la esencia del cargo: una vez que hayas sido elegido Papa ya eres la persona adecuada.

Esta forma de liderazgo es la que se creen nuestros políticos que pueden ostentar por el simple hecho de haber ganado unas elecciones. ¡Qué lejos están de la realidad!  

Tendrán el poder pero han perdido su autoridad. El poder te lo otorga el cargo pero sólo puedes estar investido de autoridad cuando los que te siguen (o los que gobiernas) te respetan y consideran que sabes a dónde vas.

En España, el destino de nuestros gobernantes es únicamente ‘permanecer’. Permanecer en la política o sus adyacentes, extraer rentas de aquella y malinterpretar los versos de Góngora “Ándeme yo caliente y ríase la gente”  

Hecha la crítica (aprovechando acontecimientos vaticanos presentes) se impone un cambio de tercio en este artículo. O casi.
  
Los que hemos tenido la suerte de contemplar los frescos que Miguel Ángel pintó hace más de 500 años en la Capilla Sixtina, indefectiblemente, tras forzar nuestro cuello al máximo o incluso tras adoptar la postura decúbito supino en el centro de dicha capilla (con el riesgo de que nos pisoteen o de que nos boten), hemos detenido nuestra mirada en ‘La creación de Adán’ y, con un poco más de esfuerzo visual, en el maravilloso y evocador detalle que nos ofrecen las manos de Adán y de Dios, quizá a punto de tocarse o quizá después de haberlo hecho.

No sé exactamente lo que Miguel Ángel quiso representar con este apunte pictórico ínfimo respecto a la magnificencia de toda la obra, pero le agradezco que me permita utilizarlo como metáfora para crear mi propia teoría sobre la necesidad de transmitir a otros lo poco o mucho que algunos hemos aprendido de la vida.    

Dejando a un lado cuestiones bíblicas, quizá Dios fue un día Adán  y éste tendrá que ser algún día Dios. Está claro que es el dedo índice de Dios quién parece estirarse al máximo para transmitir el conocimiento, pero también parece que la mano laxa de Adán no favorece la recepción de esa enseñanza.

Es la vida, tú quieres compartir algo que para ti es crucial y, sin embargo, aquél que debe recibir tu experiencia o sabiduría no muestra la actitud adecuada para ello, incluso su lenguaje no verbal nos devuelve una figura displicente, alguien que nos está queriendo decir que le importa muy poco eso que estamos intentando transmitirle.

En el mundo empresarial sucede lo mismo, la autosuficiencia del emprendedor hace muy difícil que además de oírte te escuche. Si es joven, por la inconsciencia que otorga creer que se tiene toda la vida por delante, y si es mayor, por la importante dificultad para desaprender y dejar espacio a nuevos enfoques  “Hay otros mundos pero están en éste” dijo el poeta Paul Éluard.     

Creo básico el esfuerzo de ‘predicar’ aunque sea en ‘el desierto’, y mucho más en los tiempos que corren en España donde no podemos permitirnos errores empresariales, sobre todo aquellos que podrían evitarse si hacemos ver a los que deciden iniciar una pequeña-gran aventura de negocio por dónde no deberían ir.

Alertémosles sobre los ‘cantos de sirena’ de nuestros gobernantes y sospechemos cuando esos mismos gobernantes se travistan de adalides del emprendimiento. No nos dejemos engañar jamás por el anestésico halo de los cargos que ostenten, tupido velo que esconde su nula o mediocre experiencia en temas relacionados con los autónomos y las pequeñas y medianas empresas.
  
“Los caminos del Señor son inescrutables” pensó el hasta ahora Cardenal mientras recibía los abrazos y felicitaciones de sus colegas. Y su mente se trasladó muy lejos de ese momento y de ese lugar, a la pequeña parroquia de barrio en donde aprendió que lo importante son los ‘muchos pocos’ y que más vale pelear para que muchos pequeños alcancen sus objetivos que favorecer el que sólo unos pocos grandes cumplan los suyos.

Y volviendo al presente se prometió a sí mismo que no sólo no olvidaría esta lección, sino que haría todo lo posible para llevarla a cabo.

Pidió a todos los presentes que le permitiesen estar un momento a solas en la capilla donde había tenido lugar la votación y, una vez que todas las puertas se cerraron, con cierta indecisión se dirigió al centro de la misma, se agachó, apoyó las manos sobre la tarima de madera que habían puesto para esa ocasión tan especial y se arrodilló, a continuación, dejó que el resto de su cuerpo fuese lentamente al encuentro de ese mismo suelo.

Yacente miró hacia arriba y, en voz apenas audible, rezó. Buscaba una señal, algo que le diese las fuerzas necesarias para acometer con éxito tamaña empresa. Al cabo, mientras todavía oraba, sus ojos se dieron cuenta de que algo había cambiado en la escena pictórica que le había tenido fascinado toda su vida: el dedo índice de la mano izquierda de Adán se había estirado y tocaba, por fin, el dedo de Dios. La señal había sido dada.

Se incorporó con cuidado, se arregló el hábito y, sonriendo, salió de la Capilla Sixtina mientras, a lo lejos, le pareció oír como el protodiácono, ante lo que parecía el murmullo de una gran multitud congregada en la explanada de San Pedro, leía con una voz profunda pero muy emocionada:                  

Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus Papam”

miércoles, 6 de marzo de 2013

90" - 180º by D. Westry


Sólo te harán falta 90 segundos para reconciliarte con la esperanza.
No se trata de inventar lo que ya está inventado, se trata de ‘darle la vuelta’ a las cosas, de proponer diferencias que sorprendan.
Somos tan grandes como queramos llegar a ser.
España es un gran país, aunque todavía no somos capaces de imaginar el país que seremos. Quizá debamos asumir que nada tendrá que ver con el que hemos conocido, pero eso no significa necesariamente que sea peor.
No debemos resignarnos a que sólo haya dos tipos de españoles: los ‘Españoles por el mundo’ y los españoles de ‘Callejeros’.
Sin embargo, por el momento, como dice bien claro el aforismo “debemos preocuparnos del presente porque es donde vamos a vivir más tiempo”.
Desde nuestra condición de emprendesarios, lideremos hoy la evolución hacia ese país donde nuestros hijos tendrán su presente, huyamos de revoluciones que siempre implican ‘sangre’, elijamos ‘veranos’ en vez de ‘primaveras’ e indignémonos en positivo cada vez que en el mercado surja alguien nuevo capaz de hacer las cosas un poco mejor de lo que nosotros las hacemos.
Siempre habrá alguien capaz de mostrarnos que la respuesta ha estado delante de nuestros ojos todo el tiempo. 
Quizá sólo tengamos que hacer girar 180 grados nuestra realidad para descubrir en qué nos vamos a convertir.

sábado, 2 de marzo de 2013

¡QUIETO TODO EL MUNDO!

¿Cuándo se dará cuenta nuestro gobierno de que sólo se trata de dejar que nazcan pequeñas empresas sostenibles económicamente? ¿Cuándo se enterarán los que gobiernan de que el empleo es la consecuencia del nacimiento y supervivencia de muchas de esas empresas? Y ¿cuándo se convencerán de que para animar a alguien a crear una empresa hace falta mucho más que el caramelito de unas mínimas bonificaciones surrealistas en las cuotas de la Seguridad Social?

Lee mi artículo completo escrito para ASCEGA pinchando aquí      ¡Quieto todo el mundo!