No me lo nieguen, seguro que, al
verlo, ustedes también lo han pensado: la mano derecha del famoso David de
Miguel Ángel es ¡totalmente desproporcionada!
¡Ah! ¡Qué me dicen! ¿Qué no se
habían fijado en la mano? Entonces ¿qué cojo… están mirando? ¡No me lo digan
por dios, no me lo digan!
Perdonen que me sirva de esta
metáfora escultórico-sexual, pero quería llamar su atención sobre algo que
puede ser determinante para todo el que se esté planteando emprender hoy en
España, me refiero a la ventaja que puede suponer crear un micro negocio,
sinónimo de ligereza, austeridad, flexibilidad, rapidez y, a la vez, antónimo
de carga, inmovilismo, indecisión, deuda.
Si en los tiempos que corren un
mileurista es un privilegiado, creo que también un microempresario podría
considerarse alguien bastante afortunado. Me explico: probablemente no podrá
aspirar a ganar mucho dinero, pero para el mundo low cost que le va a tocar vivir quizá le resulte suficiente,
aunque le suponga vivir en un presente continuo sin pensar demasiado en otro
tiempo verbal, el futuro perfecto.
Por el contrario, sus agobios
económicos serán mucho menores al no tener los lastres propios de una empresa
de mayor tamaño (trabajadores, inmuebles, stocks, impagos peligrosos, préstamos
excesivos, altos impuestos, etc…) y sus barreras de salida, si el negocio no
funciona, también serán mucho menos dolorosas para él.
La estadística nos demuestra que,
en la Europa actual, los paises más ricos tienen un volumen de medianas
empresas más alto y los más pobres son los que lideran la lista de autoempleo.
Sería deseable que España estuviese entre los primeros pero no es así, y creo
que va a ser muy difícil que algún día pueda estarlo, por lo que sólo nos queda
mejorar ese autoempleo haciendo que los proyectos de emprendedores individuales
sean más eficientes y duraderos.
Ser eficiente es conseguir el
máximo resultado con la menor cantidad de recursos y un emprendedor que aspire
a ser duradero, además de optar por mantener un tamaño lo suficientemente
pequeño, debe aspirar a la máxima eficiencia. Cuando vea que el negocio se le
escapa de las manos o que no es capaz de asumir la carga de trabajo que supone,
deberá tomarse un tiempo para reflexionar y ver si el problema está en su
capacidad o, simplemente, en la mayor dimensión que su empresa empieza a
sufrir.
¿Falta de ambición? En absoluto
si la decisión de no crecer es consciente y está interiorizada. ¿Fácil? Para
nada, a veces la codicia vencerá y el emprendedor verá como sus principios se
tambalean queriendo ser más grande de lo que es.
En cualquier caso, pequeño no
significa inútil o discapacitado, desde su reducto el micro emprendedor tiene
la misma imaginación que los demás y, si sabe sacarle partido, innovará, se
adaptará y conseguirá que su ‘aldea gala’ resista la invasión ‘romana’ una y
otra vez.
Como siempre he oído decir a
muchos asiáticos “lo importante es saber usarla”. Ustedes ya me entienden
¿verdad?
Por supuesto se refieren a la
mano ¿o en que po… estaban pensando?