Vistas de página en total

sábado, 11 de noviembre de 2017

¡HASTA LUEGO, LUCAS!

A veces escribo obituarios, no hoy. 

Tuve la suerte de observarte con admiración en una escena cotidiana de la vida, acompañado como estabas de tu mujer, en el lobby del Hotel Emperador en Madrid, hace ya muchos años. Y confirmé mis sospechas: eras de verdad, Chiquito o Gregorio, que lo mismo da. 

Cuando nadie te veía eras tú, tal y como a los demás nos gustaba que fueras. Con tus peculiares movimientos, con esa forma de andar que era más deslizamiento que una secuencia de pasos. 

No soy mitómano si se trata de cantidad, pero sé seleccionar mis querencias y, últimamente, parece que todos se van al país de mis recuerdos, un lugar en donde ya no cabe acción presente alguna, o quizá se van a un lugar en mi futuro en el que sólo me pueden reservar plaza desde dónde observarlos todavía más cerca el día que me toque aterrizar por allí.

No importa, Chiquito, en pasado, en presente y en futuro eres el único que me haces llorar de risa y de emoción al mismo tiempo, el único que remueves algo en mi interior que me reconcilia con la vida y me obliga a aferrarme más a la poesía como tabla de salvación de una humanidad que pierde progresivamente dos de los sentidos más importantes para evitar su autodestrucción (y no necesariamente por este orden), el sentido común y el sentido del humor.

¿Cómo hacer entender al mundo que tu capacidad de hacernos reír no está en lo que nos cuentas, o incluso en cómo nos lo cuentas, sino en tu destreza para llegar a lo más profundo de nuestro corazón?

Hace más de 20 años que si tengo que ser algo, prefiero ser un fistro y un pecador. Y mucho mejor todavía, un fistro pecador. Así, todo junto, con lo que cada uno quiera entender que estos adjetivos significan cuando se espetan inseparables con el tono de tu voz de prosodia malagueña.

Te has ido con Pepita que es lo que tú más querías (a ella e irte con ella). Me alegro por ti, ultimamente eras un sustantivo con patas: 'melancolía', del tipo A, esa que acaba matando al que ya está muerto aunque todos creamos lo contrario. 

Me alegro de que alguien haya escuchado tu ahogado "No puedo, no puedo..." y hoy hayas 'podido', por fin, seguir a los caballos que vienen de Bonanza por la pradera donde todos los 'pecadores' acabaremos reunidos, quedándonos de nuevo fascinados escuchándote cuando nos llegue el día que hoy te ha llegado a ti, ese en el que alguien nos dice 'quietorl'  y ahí acaba todo. 

Un día en el que sólo podemos mirar al tendido y decir lo mismo que tú has dicho hoy

¡Hasta luego Lucas!



1 comentario: